jueves, 18 de marzo de 2010

Alas Trepo Nald





Cuchillos de hierro, sombreros fuertes de latón,
Sombras fugaces que el tiempo destierra.
En los balcones que cantaban amores,
Se encienden hoy fuerzas destructivas que quieren quebrar
Las viejas columnas mitológicas.

Pálida y llorosa mujer, que entre fríos brumosos,
Dejás caer de a uno los vestidos que cubrían
Las llagas de tu alma, en otros tiempos perfumadas
Y no menos, en este presente, hediondas, putrefactas,
Con morbo atrayentes, entonces como ahora.

En cada uno de tus velos, adivino los dibujos
De las heridas que con desvergüenza exhibías
En teatros, en plazas y en parques
A aquellos que te dieran los besos ponzoñosos
Del olvido

Ruinosa señora que con licores desinfectas
Los fondos perdidos de los sueños lejanos,
Que no se repiten, que no encuentran la salida
De los laberínticos caminos de la infancia
Deja de morder con ansias, mis pocas ilusiones,
Aprisiona la carne, pero no toques el ser
Con tus sucias manos de prestidigitadora,
De traficante de vidas.

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