miércoles, 27 de octubre de 2010

Dialoco



Suenan lejanos lo versos que me acunaban
en la tarde extemporánea de ayer.
No veo claros, no veo blancos,
más unas llagas repletas de frondosidades
que lastimeras ocultan lo que ya no se ve.

Hace algunos siglos, en diálogo con la tierra
podía decirte que era tuyo, tiempo después
ni yo mismo soy la marmórea estatua
que creíste ver.

Ya no leo tus ojos, tomos apasionados,
que se tornaron amarillentos, sosos,
finalmente vacíos y sin intérpretes,
ni sé descubrir los giros sutiles
que tú cuerpo alcanza a dar.

En los besos que no están, encuentro
el único y tonto consuelo que llueve
para alimentar la sequía de mis labios,
tan poco comprensivos de mi hoy.

Disverbum



Un lirio blanco y cenizas en sus pétalos,
túneles de misterios indómitos,
multitudes torpes, ignorantes, solitarias

Impactos visuales, con música de colores,
un poco más tenues hoy que ayer,
apodicticamente fuertes en compañía
del mañana.

Miradas absolutas de vacío, bellas
cristalinas miradas, azules, verdes,
tan profundas, apenas pacíficas,
y tan tempranamente umbrías.

Y los gestos lascivos, obscenos
de toda obscenidad, reiterativos
hasta el cansancio de Oniros,
hasta el grito discolo y esquivo
de Thánatos.

Las palabras desteñidas.