sábado, 24 de abril de 2010

Vuelos




¿Donde estarás volando alma mía
que no te puedo abrazar aquí?
¿Que vientos rozarán tu cara
y darán color a tus mejillas,
el tinte de un amanecer demorado?

Me dejaste sólo, en medio de incertidumbres
de monstruos de mil ojos azules
que miran amenazantes hasta desgarrar
la carne.

Abandonado en el incesante murmullo
del hormiguero.
Pequeño, insignificante, tan transitorio
como los reyes del pasado.

Siento el pie de la modernidad aplastando
con fuerza mi pecho
quitándome el aire hasta la asfixia,
mientras tú, amada alma traicionera,
te esfumas y vagas por donde no puedo verte.

Creo en tibios rayos que te estarán acariciando.
Creo en el frío fulgor de una estrella
que te ilumina en semitonos.
Esta es toda mi fe en vos alma,
voluntaria del destierro y el exilio.

Volverás a buscarme para contarme,
los valles que disfrutaste
los ríos compañeros que navegaste.
Como te susurraban las montañas
y con un beso despedías a las noches.

Me verás ese día, los ojos cansados,
muertos los oídos, escasa la carne,
cubierto de errores el mapa de mi piel.

Querrás reconocerme, me hallarás;
querré perdonarte, abrazarte, besarte
penetrarte alma mía, y nada
de todo mi ser me responderá.
Te rechazaré por instinto,
como se espantan las moscas,
diré suavemente:
¡Fue hace tanto tiempo! No lo sé.....

Y tan independiente como siempre
seguirás tu camino, yo el mío.
Al fin, en ese momento,
no nos volveremos a extrañar.

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